
La feria venía a mi ciudad en los meses de abril (festes de primavera) y en junio, fiestas de la ciudad y san joant. Autos de choque, que no me decían nada en especial, una barca, llamada la pInta que se blanceaba vertiginosamente; el skylab, una especi de ovni que giraba en diagonal; el martillo. El martillo era mi preferido, debia elevarte a unos 40 m y te dejaba algunos momentos suspendida boca bajo antes de hacerte girar con fuerza. Efecto de caida, gritos ensordecedores y una sensación de derrochar adrenalina incomparables. Desde el martillo, bocabajo, fuertemente agarrada a los dispositivos de seguridad, desde allí arriba, abría los ojos y contemplaba mi ciudad. Me gustaba verla así, totalmente distornionada, invertida, casi irreconocible. Era como si desde allà arriba pudiese contemplarla desde otro punto de vista al cual no tenía acceso normalmente y así, tener otra perspectiva más completa de ella. Me daba cuenta que mi ciudad se extendía mucho más allá de los límites con los que yo la había acotado, que era muy desconocida pese a ser lo único que había tenido cerca en cuanto a lugares; incluso, al bajar a increible velocidad, me daba tiempo a proponerme visitar esos rincones que podía ver desde allí arriba durante unos segundos.
Mi ciudad era más bonita cuando estaba llena de gruas que orquestradas por los hombres edificaban moles de cemento, cuando olía al alquitrán que sepultaba los caminos de polvo, cuando no era tan ciudad. Prefiero los descampados con niños deshollándose codos y rodillas tras un balón mientras corrillos de niñas devoraban pipas sentadas encima de los materiales de las obras cercanas, disimulando que no los miraban. Cuando había perros y gatos callejeros.
De los balcones no colgaban motores de aire acondicionado, sino familias cenando afuera, al fresco. Las ventanas abiertas de par en par dejaban que los sonidos entrasen y saliesen a su libre antojo, televisiones, radios, discusiones y risas de las casas se mezclaban con el tránsito d elos coches de la calle.Mi mundo era tan pequeño que podía ir caminando hacia todos los lugares a donde quería llegar.
Ninguna compañía fleta naves con mis destinos.
Mi ciudad me gustaba más cuando era más mía y menos ciudad.